Generación índigo: Paula López Díaz

El final de la ilusión

Los niños de las flores, fueron una tropa considerable de jóvenes que en las postrimerías de los sesentas llevaban largas cabelleras y vestían con ropas de colores; se les llamó los Hippies. En algunos casos se dejaron caer en la indolencia e iban demacrados y abandonados; ahora son abuelos y tienen especial cuidado de sus nietos. Eran consumidores de drogas y amantes de la libertad sin trabas. Parecían mendigos, con los ojos brillantes, estaban afectados permanentemente, se decoraban con tatuajes florales y curiosos botones en las prendas de vestir. En estos botones llevaban grabado su mensaje y su lema para la vida: decían...

-el estudio provoca el cáncer, legalicemos la droga, curémonos de la virginidad, viva el sexo, abajo los sujetadores, hagamos el amor y no la guerra-.

Eran seculares pero profesaban la religión del amor y el tiempo para vivir los sentidos sin traba alguna. Ellos decían que era el camino de la paz y el que aboliría la guerra de una vez por todas. Personalmente viví aquellos años con la ilusión de que estábamos cambiando el mundo; ¡perdimos, todo sigue igual...!

20 años después.

No todo es placentero, hay incertidumbres, hay soledad, hay miedo y turbación ante el devenir, pero es tanta la energía disponible que sólo hace falta dejar que la naturaleza ruede y la realidad asombrosa, sorprendente, se revele ante los ojos…

Una de cal

Valoro la juventud por encima de la mayoría de las cosas. Es la época vital de la vida, sólo tiene un problema: ¡se evapora muy pronto! Es tanta la admiración que me causa esa etapa de la vida que quisiera ser su mentor. He de confesar que es por interés, a mí me pasó en un soplo y sólo junto a ellos puedo sentirla y revivirla un poco. Por el momento estoy haciendo un trabajo sobre su belleza, su candor y bondad, ¡son aderezos de impulsos vivos! Pero ya estoy ronco de decirles que se preparen, que vienen tiempos difíciles y están prolongando los años de mayor rendimiento en hacer volar serpentinas de colores. Les digo que los depredadores se han comido el pastel y a ellos les tocarán las migajas. Ahora son fuertes, sanos y guapos; mañana serán, mayores, enfermos y más pobres. Lo irritante del caso es que nunca se dan por enterados, no se hacen responsables de lo que pasa y han delegado su destino a los ventrílocuos, magos, malabaristas y surfistas de la pantalla del móvil; ahí depositan su confianza.

¿Que pasó con el 15 M?

Otra de arena

Generación: 1980-1992

En la grieta del tiempo se han caído mis años, ¡ya casi no soy de este mundo…! Pero tengo incrustada la luz del alba en los ojos y la vida me regala una dosis de energía que tengo que administrar. Cada día me alimento de los elixires del sol y les digo a mis alumnos:

Estáis en el momento culminante, el futuro es vuestro, ¡administradlo bien!

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Humanidad holistica

Debido al hecho de la estrategia evolutiva de la filogénesis, así como de la ontogénesis, las generaciones nacen con una conciencia cuyo potencial de comprensión es superior al de la precedente; tanto más cuanto su medio social ya es más evolucionado, gracias, sobre todo, a que los métodos pedagógicos han sido liberados de una gran parte de los antiguos tabúes y que el cuerpo de sus progenitores habrá sufrido una transformación vibratoria favorable. Hoy día, que tendemos espontáneamente hacia lo universal, se hace posible, incluso deseable, retornar personalmente al sí mismo que está en nosotros para participar del trabajo en curso. Nuestra época en Occidente tiene sed de universalidad. Esto es la consecuencia de un cambio evolutivo natural, del cual me siento partícipe, junto con otros muchos, científicos o no.

La generación índigo

La juventud es fabulosa, ¡sin duda es vivir la edad de oro! Es el momento culminante en fuerza, fertilidad, gestión de ideas y capacidad para enfrentarse a todo lo nuevo e innovador. El cuerpo rebosa de hermosura, los ojos son lucernas limpias, anhelantes y en la mente aparecen y se consolidan las ideas que conducen por los caminos del mundo. Hay incertidumbres, hay soledad, hay miedo y turbación ante el devenir, pero es tanta la energía disponible que sólo hace falta dejar que la naturaleza ruede, se despliegue ante los ojos…

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El final de la ilusión II

La sociedad del bienestar ha creado una fisura tan grande como la que ha devorado mis años; es el pozo sin fondo de las perversiones. En su vientre ha nacido una planta insaciable; el que la toca es consumido al instante, queda aletargado, embrujado, paralizado; como en salmuera y con los labios cosidos. Estos jóvenes la han tocado, la han bebido y se han salvado de su encantamiento de milagro; quizá han quedado un poco confusos, pero se han salvado. Son los hijos de la década de oro, se han hecho adultos y ahora se presentan ante el mundo con un panorama desolado; ellos no son los culpables.

El tiempo consume las voluntades, las ilusiones, los proyectos y las esperanzas. La nueva realidad nos ha puesto a todos en el final de la ilusión; ¡es el inicio de una nueva era!

Des de la Iª guerra de Irak hasta el derrumbe de la las torres gemelas; estamos adormecidos y en transito. El liberalismo se ha hecho mucho más agresivo y no tenemos capacidad para reaccionar; ¡nos ha anestesiado...! Esperamos cambios fundamentales que acomoden la vida y parece que entramos al paso en una época oscura y sin apoyos para orientarnos: aparece en la vida la antesala de la incertidumbre.

Se trata de una generación amplia, sin perfiles de edad, sin cometidos históricos definidos y sin fronteras que limiten su libertad. Están expectantes ante su futuro, esperan y dudan. Son muy capaces ya que la duda es un acto de sabiduría; se preguntan y titubean ante un mundo de confusión permanente.

En ocasiones piensan que no hay futuro y quedan desolados, en otras construyen ciudades de ensueño pero saben distinguirlas perfectamente y no se comprometen con ellas.

Se les ha llamado la generación perdida; en cambio es posible que sea la generación más informada que ha dado España jamás. Están prevenidos y formados, son nobles, buenas personas, solidarios y con la mente abierta para experimentar los cambios más asombrosos: Son maduros con aspecto de niños; ¡ya de nada se espantan! En general no tienen demasiados alabeos políticos y están abiertos al devenir con grandes dosis de esperanza.

Se les ha colgado el epíteto de NI-NIs, (ni estudian ni trabajan). En los últimos años es posible que el rendimiento escolar sea bajo; para algunos no es su mayor motivación instruirse… También hay que entenderlo, no es muy alentador estudiar una carrera para vender ropa o trabajar de cajera por 1000 euros al mes. Eso teniendo suerte y poder trabajar.

Color índigo

Ellos mismos se contemplan cómodos en el aura asignada. Les han llamado los niños índigo, un color clave en la interpretación de la autentica sabiduría, la dignidad humana, la creatividad en las cosas asumibles, la independencia moral y política; también en la serenidad ante los avatares del devenir… Los índigo son aptos para el cambio y muy capaces para transgredir las normas…

El índigo es un color que equilibra la mente; los psiquiatras lo utilizan para ayudar a superar las obsesiones y ahuyentar los miedos e incertidumbres. Es un color muy activo en los lazos de la psique y crea equilibrios en situaciones desequilibradas. Su luminosidad se relaciona con la actividad del cerebro y es un estimulante de la imaginación y afianza la inteligencia intuitiva. El color índigo es sedante y ayuda a calmar las tensiones y el estrés.

El devenir…

Se da por hecho que será una generación más pobre que lo fueron sus padres. ¡No lo pueden consentir! Son herederos de un futuro incierto, pero también heredan un país con recursos: museos, bibliotecas, carreteras, buenos ferrocarriles, puertos, reservas de agua, tierras de cultivo, un clima inigualable y una tecnología como nunca se llegó a soñar…

¿Será verdad la pérdida de una generación? ¿Vais a consentir que los augurios sombríos tengan razón? ¿Vais a quedar atrapados en las valoraciones que hagan Mutis y Standard & Poor’s…?

Interpelo para que no sea así y pienso: quizá serán más pobres, quizá tendrán otros valores, quizá volverán a cultivar las tierras que sus padres abandonaron… Quizá educarán a sus hijos mejor que lo hicimos nosotros y serán mas felices con un plato de arroz blanco. Quizá serán calmados y recuperarán el sosiego para contemplar los dones de la naturaleza y no perderán la vida detrás de un puesto de glamour.

Los jóvenes se han levantado, el 15 M ya es historia y han dicho cosas que son su carta de presentación. Tenemos que confiar en que están más preparados y pueden ser mejores que lo hemos sido nosotros...

El pensamiento rueda al compás que lo hace el mundo y este no deja de moverse a velocidades de vértigo. El tren está en marcha y ellos saben tomar siempre el vagón de cabeza. Es la ley de la vida…

La grieta

En el blog: Relatos, un día expliqué la aparición de una grieta parlante. Ahora pienso que es la misma que se ha abierto ante ellos; los índigo. El misterio de la grieta, la que se abre en el suelo, es la puerta sin retorno, el tiempo que se desliza entre los dedos. Si se quiere, es la rendija del asombro permanente. Como dije en aquel relato, en ella entran todas las vanidades, allí se desploman lentamente.

Ellos-ellas tienen tiempo, no mucho pero más que nosotros, son fuertes, guapos-as y son como las fértiles primaveras…

Pienso, por pensar algo práctico: estas grietas temporales podríamos hacerlas, como las imágenes de este blog, con parámetros fijos, en serie, e instalarlas en los centros urbanos, en las audiencias y casas de juntas. Habría que colocar una en cada ciudad de mil habitantes, instalarlas en la plaza mayor, sería un retrato instantáneo de los ciudadanos.

Generación índigo

lunes, 3 de febrero de 2014

Paula López Díaz

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