domingo, 1 de abril de 2012

La que tiene luz en las manos.


Susurros en un agujero. Montse Ras, 2011

Sin preámbulo…
Conocí a Lucía en una red social, ahora son las ventanas del mundo, los espacios de libertad; ¡no creo que duren  mucho! En ellas, todos los seres son equidistantes: es el intercambio de valores, palabras e información el que hace que la relación sea posible, fructífera y amable.
Le envié a Lucía el texto de Xavier Trobat sobre La ciudad del humo, quería saber su opinión antes de publicarlo. Ella es joven y tiene la mente equipada. Tiene 26 años y las personas de su edad no suelen estar muy implicadas en las humaredas humanas.

Lucía, la que tiene luz en las manos.


¿Dónde queda la ciudad del humo?

Pregunto a un maxilar de perro… (En este caso a Lucía)
En el valle del silencio, ya no queda ni un alma a quién preguntar; ¡sólo quedan desechos, inercias contaminadas!

-Soy consciente del mundo en que me ha tocado vivir; ¡me siento una privilegiada…!
He vivido y vivo naufragando en sus miserias y en las mías, desbordada de silencios e inmersa en humo envenenado. He avivado discursos en los que solo alimentaba mi propio ego y donde el sentimiento de seguridad evidenciaba mis miedos y mi debilidad. He intentado encontrar algún faro que me acercase a tierra firme; sin darme cuenta observe que allí quedaban ahogados los latidos del mundo, también los de mi propio destino. Entre rocas quedaban varadas mis ilusiones, eran rocas terminales donde acababan calladas y sofocadas.
Desde niña escuche aquello de que hay que tocar fondo para coger impulso y la vida me ha enseñado que para construir algo nuevo debes preparar el terreno; ¡demoler para volver a empezar! Es tiempo de destrucción, -dices,-  porque solo si cae lo caduco, se elimina lo podrido y entonces es posible volver a construir. Crear una realidad diferente; ¡renacer es fantástico!-

Tu eres latina y conoces rituales sincréticos, la santería, la macumba..., ¿es el mundo de los usureros, el de la ciudad del humo, o el mágico de la niñez el que te seduce? Son los tambores misteriosos de María Kinga los que nos llevan a renacer. ¿Es en la percusión del pecho, en su redoblar, donde nace el pálpito de una nueva era?

-Cuando niña sentí la seducción de la magia, los tambores comenzaron a sonar en mi mente. Muchas veces los había escuchado y había preguntado a “mami” que era aquello.-¡Es Santería, supercherías que no has de tener en cuenta, son tabú!-
Me dijo…  Entonces yo me sentía protegida detrás del muro de casa. No obstante los tambores no cesaban de sonar y los cantos en lenguas extrañas iban incrementando su tempo y su tono. Mientras tanto, mi espíritu se iba acelerando con su cadencia.
Un día “mami” no estaba en casa y mi acelerado corazón y yo subimos a la batea, atisbamos por encima del muro mientras me sujetaba a los barrotes; recibí una llamada súbita en los ojos y entonces el miedo desapareció.-

¿Crees que siempre es el muro el que nos protege del miedo, el que nos separa y protege del mal?

-A mi entender el miedo es nuestro peor enemigo y el arma que durante mucho tiempo han estado usando para mantenernos silenciados. El miedo nos encadena, quedamos inertes ante una realidad impuesta. Incluso han alimentado la desconfianza entre nosotros… ¿Qué mejor modo de mantener controlado a un pueblo que haciéndonos cómplices de su propio control?-

¿Cómo podemos superar los miedos, vivir la vida si estar encadenado a una influencia invisible, a una fuerza que coacciona?

-A veces es mejor lanzarse y atravesar el bosque oscuro, saturarnos de terror en el combate hasta que  el miedo desaparece. Volver a poseernos en el valor de lo poquito que nos queda, entonces nuestra respiración se acelera y volvemos a sentirnos vivos. Siempre es preferible luchar a quedarnos inertes, sintiendo como la tierra nos va cubriendo lentamente, como los sopores nos van aletargando mientras dejamos de respirar.-

Tu eres joven, te sientes animada como para saltar el muro sin protección, ¡sin alas ni parapente!

-El trasiego de la vida nos enseña. Nos cuesta mucho entender que todo es breve y en ocasiones nunca asimilamos su tránsito. Los últimos años de mi vida han estado llenos de aprendizajes y siento que de alguna manera han ido paralelos a los acontecimientos de nuestro mundo. Solo cuando no se tiene nada que perder uno es capaz de pasar por encima del miedo y alzar la voz; ¡saltar! Sólo cuando te sientes al borde de la muerte eres capaz de hacer un último intento y saltar.-

¿Crees que aún palpita la simiente de la rebeldía, es ésta semilla el huevo eterno que anida en el corazón del mundo?

-Los movimientos que se están dando en el planeta, en nuestro propio país, nos abre los ojos a una nueva realidad, nos devuelve un atisbo de esperanza. Sobre todo los jóvenes, parece que empezamos a despertar del letargo. Aquellos que aún tenemos un corazón rebelde, un jardín en los ojos. Aún disponemos de un lugar para sembrar utopías. Tenemos sueños en los pies aunque solo sirvan para seguir andando; ¡queremos ver nacer totas las auroras posibles!
Siempre en marcha hacia un objetivo, ¡nada claro! Quizá dando palos de ciego y desplazando los patrones viejos, obsoletos. Las corruptelas humanas deben desaparecer, transformarse en días distintos para volver a aprender un lenguaje nuevo. Los jóvenes siempre parten de buenas intenciones, sueños que muchas veces se achican en el trayecto, no obstante, ponerse en camino es ya un síntoma de esperanza.
Es tiempo de cambio, de trasmutación consciente, de deseos y valores renovados, es el tiempo en que el humo purificador ha de abrir paso a la luz…-

¿Necesitas volver a nacer, mirar con ojos asombrados? Debes pensar que es otra de mis locuras, pero insisto; ¿necesitas estar llena de confianza?
Personalmente estoy al final del trayecto, pero esa energía me mantiene vivo, tu en cambio eres joven y tienes el perfume de la aurora en los ojos.

-No, mi cuerpo es joven pero mi mente es vieja. Necesito volver a nacer, volver a asomarme al mundo con un corazón distinto. Sentir la luz con ojos de niña, disfrutar de una mirada abierta al asombro. También aceptar la noche y atravesar el miedo, dejar atrás la oscuridad y esperar el nuevo día. Nacer con él, sentirme encubada en su mano como el huevo de oro. Iluminarme para dejar atrás el cansancio y transmutarlo por nuevas energías. Necesito volver a nacer de un vientre de tierra, deseo ser una partícula de luz, solicito ser una simiente alada.-

¿Cómo piensas hacerlo?  Te pregunto un poco incrédulo. Pienso que tu ya eres el huevo de oro, tu tienes el sabor de la vida en los labios y tus pies son ágiles, preparados para cruzar todas las trochas del mundo.

-No lo sé, pero debo seguir caminando.-

Lucía, te animo a ser valiente, a vadear todos los ríos, a hacer los viajes más asombrosos, a dejar un testimonio de tu estancia entre nosotros; es lo menos que puedes hacer como acto de agradecimiento.
-Deseo asomarme a la vida con ojos de niña, abrir las ventanas y el corazón para que se llenen de asombro. Colmarme de la luz del alba y respirar profundamente el aliento de la vida. Tener el valor de estallar en los campos como las amapolas. Aunque nuestra existencia sea efímera y pueda parecer prescindible, deseo volver a sentir el cuerpo para volver a sentir el alma.-
Lucía, ahora veo fenecer la ciudad del humo. Los montes se están repoblando, los ríos bajan claros, los manantiales son frescos, los huertos limpios y los valles verdean otra vez como lo hicieron siempre.
-Deseo abandonar el anonimato, el aislamiento de las ciudades y la distancia para mirarnos en los ojos con limpieza, así poder reconocernos y recuperar la confianza. Cambiar el letargo por pasión, salir a los caminos y respirar la vida más allá del humo, más allá de las chimeneas de nuestras ciudades y de nuestros mentes. Debemos recuperar los recuerdos frondosos y los olores del alma, sentir el olor de la vida recién nacida, percibir el olor del pan horneado, la tierra húmeda, la hierba fértil...-

En ti confío, tu eres Lucía, la que tiene los ojos en las manos y el sacrificio de su ceguera se deviene en guía.
¡Es tiempo de crear, no de destrucción!
Es la hora del renacimiento consciente, hay que brotar de simientes de luz y ser matrices para nuevos amaneceres. Tal vez solo sea una quimera, una mera utopía, pero es una metáfora ejemplar que nos ayuda a despertar del letargo y nos pone firmes en el camino.

-Soy consciente del mundo en que me ha tocado vivir y me siento privilegiada al verlo; porqué, tal vez, en este instante, lo sienta moribundo; ¡está tocando fondo!
Quizá con valentía podamos encontrar la manera de impulsarnos sobre sus restos y asomarnos a un nuevo despertar.-

Postdata: Este relato es la síntesis de un intercambio de comunicados en una red social.